martes, 28 de septiembre de 2010

Conclusión

Después de este breve resumen sobre los Padres de los primeros siglos del cristianismo, resulta impresionante comprobar cómo los Santos Padres supieron fecundar con el mensaje evangélico la cultura clásica: griega y latina; en algunos casos fueron creadores de culturas, como en Armenia, en Etiopía y en Siria; y cómo sentaron las bases para la gran floración de la época medieval, pues prepararon la inserción de los pueblos germánicos en la raíz del evangelio, pertenecientes a una tradición cultural completamente diversa.
Si quisiéramos resumir las razones que nos motivan a estudiar las obras de los Padres, podríamos decir que ellos fueron, después de los apóstoles, como dijo San Agustín, los sembradores, los regadores, los constructores, los pastores y los alimentadores de la Iglesia, que pudo crecer gracias a su acción vigilante e incansable. Para que la iglesia continúe creciendo es indispensable conocer a fondo su doctrina y su obra que se distingue por ser al mismo tiempo pastoral y teológica, catequética y cultural, espiritual y social; y se puede decir, única con respecto a cuanto ha sucedido en otras épocas de la historia

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